Esa ciudad que el 1º año odiaba por sus edificios sucios y sus calles llenas de gente y coches o más bien coches y gente. Pero que con el paso del tiempo le llegué a tomar cariño (aunque la cantidad de obras creció de forma exponencial durante los 5 años de carrera...).
Allí he pasado los mejores momentos de mi vida y también los peores.
He aprendido, he disfrutado, he ganado y he perdido.
Se puede decir que viví toda una vida allí, llegué como un bebé indefenso, me hice fuerte, crecí (no se si maduré) pasó el tiempo y cambié, dejé de ser esa niña...no voy a seguir por ahí que lloro...
Y si, al final me hice mayor, casi una viejecita. Toda una experta en vivencias universitarias (o no) y me fui, no para no volver, por que volveré. Pero ya nada será igual, nada. Ni yo misma, ni la ciudad, ni la gente, ni las calles, ni el cielo bueno el cielo si, eso espero.
Echo de menos no sólo la ciudad sino también todo lo que he vivido, pasar por mis calles favoritas, las plazas... ver la Sierra Nevada desde la puerta de la facultad, subir a la Alhambra de noche o perderme por el Albaicín, llegar a mi calle y sentirme en casa...
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